En un contexto donde la tecnología, los insumos y la genética ocupan el centro del debate agrícola, el invierno de 2024 se convirtió en el aliado inesperado que ayudó al maíz a contener una de las amenazas más complejas del último tiempo: la chicharrita. Esta pequeña plaga, que actúa como vector del spiroplasma, había generado graves pérdidas en la campaña 2023/24 y obligó a muchos productores a resignar superficie sembrada para la siguiente temporada.
Se registraron cuatro olas de frío polar, lo que provocó una caída abrupta en las poblaciones de chicharrita en las regiones núcleo y norte del país. Estos datos no solo son estadísticos: tienen impacto directo en las decisiones agronómicas.
En el norte argentino y en el centro del país, los técnicos comenzaron a notar una menor presión de plaga hacia el final de la campaña pasada. Esta tendencia alentó a muchos productores a revisar sus planes de siembra para 2025/26, convencidos de que la amenaza sanitaria comenzaba a retroceder.
No es noviembre . 12 de mayo ! Nos olvidamos de la chicharrita pic.twitter.com/zOMBGu94XQ
— Ignacio juarez (@nacho_juar) May 12, 2025
En ese marco, la primera encuesta de intención de siembra de la entidad rosarina reveló que la superficie de maíz en la región núcleo crecería un 10 %, alcanzando los 1,8 millones de hectáreas. Serían 170.000 hectáreas más que el ciclo anterior, cuando la zona había resignado 300.000 hectáreas por temor a la enfermedad.
Este repunte también se apoya en otras variables climáticas favorables: el trimestre frío se presenta con condiciones de neutralidad en el Pacífico, lo que da lugar a precipitaciones dentro o levemente por encima de lo normal y temperaturas estacionales moderadas. No se espera un invierno tan riguroso como el anterior, pero tampoco condiciones que favorezcan una expansión de la plaga.
Además del rol climático, las prácticas de monitoreo y manejo sanitario mejoraron. En Santa Fe y Córdoba, ingenieros agrónomos ya cuentan con productos biológicos con buenos niveles de eficacia para el control de la chicharrita.
Esta combinación de factores —clima favorable, control biológico, perfiles de humedad recargados y estrategias agronómicas ajustadas— genera un escenario de renovada confianza. El maíz, golpeado por dos campañas adversas (2022/23 por sequía y 2023/24 por la enfermedad), vuelve a posicionarse como el cultivo insignia de la región núcleo.
La caída del rendimiento en la región núcleo durante la última campaña fue un golpe duro: el promedio fue de apenas 81 quintales por hectárea, cuando lo habitual es rondar los 98 qq/ha. El país en su conjunto perdió un 18% de su cosecha maicera, y la superficie sembrada en 2024/25 fue 2 millones de hectáreas menor en comparación con años anteriores.
La disminución en la presión de la plaga, corroborada por múltiples informes técnicos, volvió a poner al maíz en el radar de los productores. Y lo hace con fuerza: con 1,8 millones de hectáreas proyectadas, la campaña 2025/26 podría ser la tercera de mayor superficie sembrada en los últimos 18 años en la región núcleo.
El maíz es el cultivo más tecnológico del agro argentino y su capacidad de respuesta a las condiciones climáticas, sanitarias y de mercado lo convierten en una herramienta clave de rotación, inversión y generación de valor. La demanda sostenida del mercado interno y externo, sumada a una mejora en los precios internacionales, fortalece la ecuación económica de cara a la próxima campaña.
No hay duda, la intención de siembra de maiz es alta....El secreto: único cultivo con algo de rentabilidad
— Néstor Roulet (@NestorRoulet) June 6, 2025
Además, hay un factor coyuntural que también juega a favor del maíz: en zonas con excesos de humedad, como el norte de la provincia de Buenos Aires, muchos lotes que no podrán sembrarse con trigo por falta de piso pasarán a maíz o soja. Este corrimiento de superficie no es menor y podría aumentar aún más las cifras proyectadas para el cereal.
Las expectativas productivas ya ponen el foco en un volumen estimado cercano a 15 millones de toneladas en la región núcleo. Es una cifra significativa no solo por su impacto económico, sino también porque implica la recuperación de una lógica productiva interrumpida por la amenaza sanitaria.
Ojo con la chicharrita y el maíz Gua. pic.twitter.com/mqV1Z8hIAN
— David Gonzalez (@DavidArGonza) May 10, 2025
Pese al optimismo, los especialistas insisten en no bajar la guardia. La chicharrita no desapareció: su población se redujo, pero sigue presente.
Por eso, los técnicos destacan la importancia de eliminar maíces guachos en los barbechos y seguir con monitoreo constante, incluso durante los meses invernales. La batalla sanitaria ahora tiene más herramientas y un nuevo contexto climático, pero la prevención sigue siendo la clave.